Tengo un problema con el
sueño: duermo demasiado, duermo poco, no duermo, duermo despierta.
Hoy no duermo, el
calor, las ideas que se aceleran en la mente, el temor de no hacer las cosas a
tiempo… Hoy no duermo, común en las
madrugadas de un sábado.
Levantarse de la cama a las
5:30 en punto, preparar cada una de las herramientas que serán usadas durante
la mañana, no se reflexiona, todo se hace mecánicamente. Común en las horas del
sábado.
Tomar el camión a las 7:00,
a veces más tarde, otras más temprano. Siempre observo por la ventana los
árboles que se mueven, los árboles que existieron alguna vez; mi mente recorre
cada parte del camino mientras piensa, cae, piensa y cae en la imagen del sol
que sale cada mañana de sábado.
Todo sigue un curso,
observatorio-balderas-universidad, caminar, caminar, subir, subir, imprimir,
bajar, beber café, subir, subir, subir, caminar, caminar, llegar a clase,
bajar, bajar, bajar, caminar, trabajar. Por momentos me detengo, observo,
escucho, pájaros, ardillas, revoloteo, verde, amarillo y las sombras que se
desplazan con la luz.
Un ave deja caer del cielo
la suerte que manejan los italianos, desecho del organismo. Algo se ha roto en
mi mecanismo cotidiano.
Después de las dos, los
trayectos antes de llegar a casa son distintos, los ángulos de las zonas que me
alumbran se ven desde otra perspectiva, caminos nuevos con trayectos en morado,
verde, café y la luz que despierta entre las hojas de las flores.
La hora de la comida, todo
corre lento, las risas y cada una de las conversaciones que se distinguen en el
lugar. Un gato me observa, tranquilamente, mostrando el ronroneo a través de
unos ojos entreabiertos, conversamos con el silencio y el parpadeo suave entre
nosotros.
Se pretende regresar al
trabajo, el plan que había creado a lo largo de la mañana pero, algo detiene a
mi acompañante y logra convencerme de que es mejor parar por el día de hoy. No
estoy segura aunque igualmente considera que es sensato lo que dice con
respecto a que el día termina con el tic tac del reloj.
Regresar al trayecto
conocido, copilco-balderas-obervatorio, subir, caminar, bajar, atravesar,
caminar…
La señorita de la taquilla
me observa esperando pida mi asiento habitual, el 9, mi número favorito. Algo
se ha roto en mi mecanismo cotidiano. Mis palabras salen solas 18, por favor… ¿18? 1+8=9 pero no es en
sí un 9 ¿18?... la transacción se ha hecho y sigo mi trayecto.
Subo al camión, cansada,
recordando las labores escolares y los proyectos que se avecinan. Busco mi
asiento ¿18? Ocupado ¿Ocupado? Perdón que
le moleste pero el asiento 18 es el que seleccione… Los ocupantes se mueven
y les respondo a la sonrisa en su rostro… ¿ocupado?... voy hacía mi asiento… un
huracán. Algo se ha roto en mi mecanismo cotidiano.
No ha pasado nada y continuo
con mi labor, saco y prendo la computadora. Siento algo extraño en el ambiente y levanto
la mirada. Un torbellino frente a mi, un caos que mueve, desordena, ordena,
mueve y desordena… curioso… pum pam pum algo ha dejado caer el
torbellino, no suelo ser descortés y salgo de mi zona de confort para ayudar un
poco perdón dice el torbellino
¿perdón? ¿por qué? No, no importa es respuesta por la cortesía aunque en todo
caso se responde gracias y no perdón.
Continuo tras la pantalla
pero todo ese movimiento logra q a veces mire de reojo, aunque a veces, descaradamente
observo con curiosidad, seguro va a trabajar, se le hizo tarde, está todo
estresado, nunca le había pasado… debo seguir con lo mío… su bata dice y no
distingo… continuo con lo mío y veo como cae lentamente otra de sus
herramientas, aunque esta vez no puedo ser de gran ayuda perdón ¿perdón? ¿perdón? No es
nada ¿perdón? Perdón es inútil,
sigo con lo mío pero sonrío por la curiosa actitud del personaje. Logro
concentrarme en lo mío mientras el personaje come una gelatina ¿quién come una
gelatina a las 6 de la tarde y con este calor?
-disculpa,
¿dónde puedo conectarla?- Pregunta señalando su herramienta.
Le explico rápidamente y
continuo. El torbellino ha bajado la intensidad de sus vientos y ahora todo lo
hace con tranquilidad.
-¿trabajando?-
¿Me habla? ¿Por qué?
-Si,
tareas de la escuela- respondo
-¿Qué
estudias?-
-Administración
de las Organizaciones y, Ciencias Políticas y Administración Pública- respondo
con dificultad, decirlo siempre me ha costado trabajo.
(…)
Veo mi computadora por
momentos aunque no puedo evitar no ignorar a mi compañero de viaje
-Me
permites sentarme contigo o….
¿Sentarse? ¿no entiendo?
-Si,
adelante- las palabras vuelven a salir solas y me sorprendo de estar
platicando con un desconocido
Hoy no observo el trayecto,
el sol que se observa a través de los edificios de Santa Fe y que a las seis de
la tarde es un reflejo de naranjas y nubes que desprenden la luz generando un
movimiento. Sigo platicando.
Retrocedo en el tiempo
mientras detecto la causal-casualidad de un ave que rompió mi mecanismo
cotidiano.